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miércoles, 22 de mayo de 2024

Los 4 tipos de tarjetas de crédito principales

Las tarjetas de crédito se han convertido en una parte esencial de la vida cotidiana de la mayoría de personas. Sin embargo, el aumento de casos de deudas acumuladas por un mal uso de este producto financiero también nos lleva a cuestionarnos el verdadero grado de conocimientos de ciudadano sobre el funcionamiento del dinero de plástico.

Lo primero que debemos entender es la diferencia entre una tarjeta de débito y una tarjeta de crédito. La principal es que en la primera, los pagos se cargan directamente de forma más o menos inmediata a la cuenta bancaria del titular, mientras que en la segunda el pago suele aplazarse en el tiempo. De esta forma, las tarjetas de crédito, son una fórmula para obtener financiación consiguiendo un dinero que todavía no está en nuestra cuenta corriente, es decir el banco nos adelanta dinero que se supone será devuelto en un corto plazo.

Dentro de las tarjetas de crédito también hay diferentes opciones y aquí es cuando surge el problema pues a veces no sabemos cuál es la mejor tarjeta de crédito y la que más nos conviene según nuestras costumbres de gasto y nuestro estilo de vida.

La más comúnmente utilizada es la tarjeta de crédito clásica. El 100% del crédito se devuelve pasado un mes desde el momento de la compra. El capital prestado durante ese periodo se ofrece sin intereses siempre que paguemos una vez termina ese periodo de gracia.

Las tarjetas de oro y platino funcionan exactamente igual que las tarjetas de crédito convencionales, sólo que en este caso la línea de crédito es mucho mayor y suelen tener aparejados una serie de servicios adicionales. Están destinadas a aquellas personas que hacen un uso muy frecuente de su tarjeta.

Las tarjetas de puntos son las que ofrecen ventajas adicionales como programas de puntos para obtener viajes gratis, ahorrar en gasolina, descuentos en tiendas, etcétera.

En cuanto al funcionamiento de las tarjetas de crédito virtuales cabe decir que es similar al de las tarjetas tradicionales de prepago, es decir, aquellas que hay que cargar con el dinero del que se quiere disponer. La principal diferencia es que en este caso no existe un soporte físico para la tarjeta. Se utilizan principalmente para el comercio en Internet a través de compañías como PayPal y otros medios de pago virtuales.

La oferta es grande, y aunque debemos ser cautos siempre es recomendable contar por lo menos con una tarjeta para poder acceder a una línea de crédito. Además, si somos cuidadosos al utilizarlas es un método muy eficaz para controlar los gastos y para obtener financiación rápida en caso de necesidad.

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